En un bar es muy habitual que el cliente pida una copa de vino en vez de una botella. Pero a pesar de que el vino mejora con los años, lo hace estando cerrado y en óptimas condiciones. Una vez abierto, el vino comienza a perder cualidades por la oxidación, es decir, por su exposición al oxígeno, pudiéndolo echar a perder.
La duración del vino en buenas condiciones una vez abierta la botella puede variar según muchos factores, pero se podría establecer unas normas genéricas dependiendo del tipo de vino:
• El vino tinto joven podría conservarse hasta una semana gracias a que este tipo de vino tiene más taninos y más acidez, lo que ralentiza el proceso de oxidación.
• El vino tinto envejecido, ya sea crianza o reserva, tiene una durabilidad de 3 o 4 días antes de echarse a perder.
• El vino blanco y los rosados aguantarán, como mucho, cuatro días.
• Los espumosos son los más volátiles y lo ideal sería beberlos en el mismo día.
Siguiendo unos sencillos consejos puedes alargar la vida de tu vino durante varios días para que tus clientes sigan disfrutando igual de sus cualidades.
Sigue estos sencillos consejos
El frío tu mejor aliado
Las reacciones químicas son más lentas cuando hay frio y la oxidación del vino no es menos. Por tanto, la botella abierta de vino es mejor tenerla en el frigorífico. En el caso de los vinos tintos, puedes sacarla un rato antes de ser consumida para alcanzar la temperatura óptima para beber y disfrutar su sabor, que suele estar entre 12-16ºC.
Eso sí, volverla a guardar una vez que ha aumentado su temperatura no es buena idea porque las dilataciones y contracciones del corcho harán que entre más aire.
También puedes dejar la botella de vino abierto en una zona seca y fresca siempre que no supere los 22º. Esta medida evita que el proceso de oxidación del vino abierto se acelere.
La botella bien cerrada
Es importante que cierres la botella nada más terminar de usarla. Si es posible, no dejes abierto el vino sobre la mesa. Lo mejor es verter el vino que se va a consumir en un decantador y cerrar la botella inmediatamente.
Lo usual es taparlo con su propio corcho pero si dispones de tapones herméticos o bombas de vacío que reducen la cantidad de aire en la botella, mantendrán el vino fresco más tiempo. También existen otros sistemas de cierres más sofisticados como inyectores de gas inerte o la apertura sin extracción de tapón.
Para los espumosos, hay tapones especiales que evitan que pierda la burbuja. Lo de meter la cucharita, por cierto, es un mito.
Protege el vino de la luz
Procura colocar el vino en un lugar oscuro, ya que la luz es uno de sus mayores enemigos (especialmente la luz solar). La exposición a la luz puede afectar negativamente al sabor del vino y a su conservación.
Guarda el vino de pie
Al contrario de las botellas cerradas, el vino una vez abierto debe estar en vertical. De este modo, la superficie de contacto que tiene el vino con el aire es menor y por tanto, la oxigenación será más lenta. Pero recuerda que cada vez que lo muevas o inclines la botella para servir una copa, estarás poniendo una nueva superficie del vino en contacto con la atmósfera. Así que mejor moverlo lo menos posible.
Con estas medidas conservarás el vino una vez abierto y disminuirá el desperdicio de botellas de vino abiertas que ya no son aptas para ser servidas a tus clientes.
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